Primero lo hemos dibujado sobre un cartón grueso grande y lo hemos recortado, para después forrarlo de trozos de telas en tonos marrones de fieltro y arpillera que teníamos en el taller.
Después y aprovechando el otoño hemos salido a recoger hojas secas caídas de los árboles y las hemos plastificado para que duren más, colocándolas en nuestro árbol...ya está preparado para toda la poesía del mundo!
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